martes, 7 de octubre de 2014

Un iceberg de oro. Capítulo 6: Rompiendo barreras.

No se notaba, pues las flores crecían como en cualquier otra parte del campo. 
El rubio observó mejor la foto colocada cuidadosamente encima de la pequeña porción de tierra en la que alguien descansaba eternamente. 
Reconoció a la morena que estaba a su lado, solo que en la foto parecía más joven. Sonreía al lado de otra chica. Era muy hermosa, su cabello era liso, con un tono castaño casi cobrizo, flequillo recto aunque desordenado, y sus ojos eran verde, pero un tono oscuro, podría llamarse "verde bosque". La mirada de la que parecía mayor desprendía autentica felicidad, en cambio la de Elyon desprendía pura admiración. Sus ojos parecían iguales a...
-¿Es... Es... Tu hermana?- preguntó con dificultad Edward. Ella asintió, aún sin levantar la cabeza, ni dejar que él viese su expresión.-¿Te encuentras bien?
Ella levantó por vez primera la mirada. Estaba llorando. Las lágrimas resbalaban por sus mejillas sin descanso. Sus ojos, más claros de lo normal, estaban anegados. 
-Te mentí. Yo la maté. Fue mi culpa.- le confesó. 
-¿Qué?- Edward no se lo creía.
-Ella dijo que sería fácil. Que podríamos hacerlo juntas... Yo hice el círculo. Lo hicimos todo como habíamos planeado. 
-N-No me digas que...- empezó a decir el rubio, alejándose un poco de ella.
-Solo quería que mamá y papá volviesen...-murmuró Elyon, abrazándose a si misma, llorando por primera vez desde hacía casi un año.- Y la perdí a ella... Por eso me iba a suicidar. 
Edward trató de asimilar las palabras de la chica. 
-Pero... ¿Pero no pudiste salvar su alma?
-Ese fue el precio que nos obligó a pagar... Yo le dije que le daría lo que fuese... Pero la quiso a ella.- la morena se abrazó las rodillas, pegándolas al pecho, como si así pudiese mantenerse de una sola pieza.
-¡Puedes recuperarla! ¡No es tarde!- le dijo Edward, intentando decirle lo que le había pasado a su hermano.
-No puedo. Cuando alguien muere... No revive. Y ella murió. Yo la vi morir. Me obligaron a verlo.- gimió ella, haciéndose un ovillo. 
El rubio no supo qué responder. Solo fue capaz de mirarla con verdadera tristeza. Ella ocultó la cara en sus rodillas y sollozó. Edward se sentó a su lado y sin dudarlo ni un segundo, la abrazó.
-¿En serio piensas que ella querría verte muerta?- le susurró el chico. Ella lloró aún más fuerte. 
-Sophie... Ella... Tendría que haber sido yo... Yo tengo la culpa de todo...- respondió ella. En ese momento, apreciaba demasiado el abrazo que le daba el chico de ojos dorados, pues lo necesitaba. 
-No es cierto... Solo querías tener a tus padres de vuelta... Tener a tu familia unida.- le dijo, comprendiendo perfectamente las razones de la chica. En ese momento se sentía afortunado. Él aún tenía un hermano.
-Merezco lo que tengo.- contestó ella, sin dudarlo ni un segundo. 
-Todavía puedes hacer algo por ellos, Elyon...
Ella le miró a la cara, sorprendida.
-¿El qué?- preguntó, sin dejar de llorar.
-Vivir.- le respondió, seguro de lo que decía.
Ella clavó sus ojos en los del chico y fue la única vez desde que la había conocido que la veía tan inocente. Sus mejillas, rojas por las lágrimas, hacían resaltar sus ojos claros, que, al fin, no revelaban odio ni cualquier otro sentimiento a parte del dolor. Su expresión, que demostraba lo perdida que se sentía, le conmovió. 
-Pero... ¿Cómo puedo seguir viviendo con esta culpa?
-No tienes que hacerlo... Ella ya te ha perdonado.- Edward le sonrió, señalando las flores que crecían sobre la tumba. Se trataban de bonitas margaritas azuladas.-Las flores no crecen así como así en una tumba.
-Son... Mis flores preferidas...- se dio cuenta la pequeña. Al hacer esta declaración, volvió a romper en llanto. Sophie... Ella no creía en esas cosas, pero estaba completamente segura de que su hermana hubiese sido tan terca de dejarle un último mensaje. 
-Edward... Crees que... ¿Crees que a ella le gustaría que me fuese?- le preguntó Elyon cuando consiguió calmarse un poco.
-No lo sé... Pero seguro que le gustaría verte feliz de nuevo.- respondió el rubio, sonriéndole.
La chica se limpió las lágrimas y cerró los ojos. 
-Soph... Nunca te lo dije... Pero...
"El! Nunca te has parado a pensar en cómo sería nuestra vida en otro sitio?" Recordó la voz de su hermana, sentada en el suelo de su salón, abrazada a un cojín, con el pelo desordenado y su característica sonrisa en sus labios rojizos.
"La verdad es que no..." Le había contestado. 
"Bueno... Yo soy feliz contigo, sea donde sea." Le había dicho la rubia, riendo.
"Qué mas da..." 
-Yo también hubiese sido feliz en cualquier parte del mundo, siempre que fuese contigo.- derramó una última lágrima y se imaginó a su hermana, de pié en frente de ella, sonriéndole con cariño, como antes. 
"El... Te quiero." Recordó la voz de Sophie diciéndoselo en multitud de ocasiones. En cambio, ella solo se lo había dicho una vez en su vida. Justo antes de su muerte. 
-Sophie Black... Siempre has sido la mejor hermana del mundo. Te quiero.- le susurró a las margaritas. El viento sopló con fuerza, agitando el pelo de la morena, despeinándoselo. Edward volvió a abrazarla, al notar que se estremecía.-Hasta pronto, Sophie...
Esa fue la despedida que le dio a su hermana. 
El rubio caminó al mismo ritmo que Elyon, retornando a la casa. Ella ya no lloraba, pero tampoco había vuelto a su coraza habitual. 
-Edward...- el aludido la miró y observó el sonrojo de la chica.-Gracias por todo...
El chico sintió la mano de la chica entrelazando sus dedos con los de ella. Nunca nadie le había ofrecido un gesto tan puro de agradecimiento.
-No hay de qué...- le respondió él, sonriendo, contento.-Si quieres puedo hacerte la cena... Solo por hoy.
Por vez primera, tras tantos intentos y tantas negativas... Elyon le sonrió. Sin sarcasmo, sin ironía. Simplemente le sonrió. Y en ese mismo momento, Edward fue consciente de lo hermosa que era la morena en realidad.
-No es necesario. No tengo hambre.
Llegaron a la cabaña y entraron, pues hacía frío fuera. La chica de ojos azules se tiró en el sofá, cansada. 
-Vamos, El... Deberías ir a dormir.- le recomendó el rubio. Ella negó con la cabeza.
-Esta noche no voy a dormir.
-¿Por qué?- le preguntó confuso el rubio.
-No quiero.
-Vamos, Elyon... Si no mañana te dormirás en el tren.
Ella se lo pensó durante un rato. 
-Es cierto... Hasta mañana, héroe.- se despidió la chica, yéndose al cuarto de Sophie. Edward le dedicó una dulce sonrisa.
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Aquí abajo os dejo un dibujo de Elyon hecho por mi mejor amiga, Paula, sin la cual esta historia no hubiese existido nunca, y que contribuye con sus opiniones y sus dibujos a que la inspiración llegue a mi mente. 
Gracias por todo, Paula ❤️❤️




4 comentarios:

  1. EL DIBUJO. DAT DIBUJO. AISH~
    Y Y Y Y Ahora viene el sexo desenfrenado. Fijo. Ahora ya sí, ya se enamora pero claramente. Que lo digo yo que lo sé. Yo estuve ahí, lo vi todo (?)

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